Cartas para Emanuel II

D de Días

Se me pasó el día rápido y no sin darme cuenta vino la medianoche. Media cansada a esta hora, el cuerpo me pide descanso, la facultad responsabilidad y el alma un poquito más de palabras. Y otro poquito más de Kevin Johansen.
El día tiene 24 horas y me conformo. Mi secreto es mirar siempre un reloj que tiene más de tres agujas. La de las horas, los minutos, los segundos. ¿Y la cuarta? La de las ganas.
Estudiar para recibirme y trabajar para pagarme las vacaciones, no miento, me es mucho. Comer a las apuradas y dormir la siesta mientras me baño, también. Y llegan los fines de semana, y tienen un sabor especial. Ahí no hay horarios, sí hay amigos, hay cervezas y también silencios. Una tranquilidad hermosa para después arrancar de nuevo.
Yo lo busco, disfruto y no me quejo. La sonrisa no se borra, y las ojeras menos. Pero a los veinte nada me va a caer del cielo. Por eso trato de volar hasta alcanzar eso que me enloquece. No sé que es, pero voy. Nadie me va a decir cuál es mi lugar en este mundo. Y sentarme a esperar, no se me antoja para nada. Si lo mejor está pasando hoy, ahora… ¿qué es lo que se viene?

Volviendo a los días y a los remates que me encantan.

Los días deberían tener un poco más de mañana para tus mates.
Un poco más de noche para enroscarnos.
Y más amaneceres para poder ver tu cara, a contraluz.

Diciembre 09

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